Abre la puerta.
Entra un hombre encogido por las sucesivas derrotas, y sin embargo sonriente. Cara de tendero de un mesón a pie de carretera, obsequioso por miedo y seguro de que su exterminación es inminente. El miedo es la mejor tarjeta de presentación. Los lentes que su nariz y sus orejas mantienen en equilibrio están tan descuadrados que no parecen ser una sola pieza. Los dientes son diminutos. Seguramente los machaca durante la noche, con empeñada frustración; siempre el desquite del débil es con el más débil. Alisa un poco la camisa, y sigue sonriendo. Se podría decir que está haciendo caravanas, humillaciones rituales para dirigirse al soberano. Del bolsillo en el que trae una mano, saca un papel. Levanta la mirada, sonriendo, y con esa sonrisa parece pedir permiso para hablar.
Se lleva una mano al pelo, y con una voz inusualmente ronca empieza a hablar.
>Red Jumpsuit<
["Think, god damnit!, Think," said the kid in the red jumpsuit. No wonder things have gone so wrong in this part of town; when you have six year old kids in red jumpsuits staring you down, challenging you, demoralizing you in the same fashion as a drill sargeant might, then the shit has finally hit the fan.
"I'm telling you, if you keep that dumbdog look on your face another second, I'm going to tear it off in one bite!".
I've better start thinking.]